miércoles, 17 de abril de 2013

Le debo una vida, mi vida.

Las cosas no pueden acabar así, sin más. Quizás le deba algo y el me lo deba a mi. Sin embargo nadie mueve ficha, nadie reclama lo que fue suyo, porque volver a tenerlo requiere cerrar algo de nuestras vidas que nunca nos gusta abandonar. Supongo que a veces seguir duele. Aunque no haga frío. Así que, aún le debo miles de besos y abrazos que me callo. Le debo tardes y noches sin movernos de un banco, escuchando cualquier cosa que diga, sin protestar. Algunos tragos, unos tequilas, por nosotros, por los niños que hemos dejado de ser, por tontos. Le debo muchos mensajes y llamadas de madrugada, un par de bailes y brindar. Un viaje al fin del mundo y muchas fotos. Le debo un paseo sin rumbo, por dónde yo diga, por donde el quiera. Le debo tantas palabras que no me salen decir.. Le debo tantas cosas que le iré devolviendo con calma, paciencia y con esa manía que tengo en la que aparece el factor sorpresa, pero quería empezar por esta: Lo siento. Un lo siento por no estar ahí siempre, por querer alejarme de el para que no sufriera. Un lo siento sincero por todo lo que le hice cuando estábamos juntos. Así que esto, nuestra historia, no puede acabar aquí. No con un final así.

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